domingo, 23 de noviembre de 2014

DAVID Y LA ESTATUA DE DOÑA INÉS



Inés: Mi espíritu, don David, que aguardó en mi sepultura infestada de cadáveres.

David: Doña Inés, alma errante, ¡No me quites la razón, si me has de dejar la vida!

Inés: Yo soy doña Inés, pude escuchar tu voz entrecortada cual psicofonía, entre los cadáveres que asolan mi tumba.

David: ¿Conque vives?

Inés: Sólo para ti, pues tengo mi purgatorio en este mármol inyectado en sangre. A Satán ofrecí mi alma en precio de la tuya impura, y Satán, al ver la ternura con que te amaba, me dijo: "Espera a don Juan en tu mismo charco de sangre. Y pues eres fiel a un amor de Dios, con don Juan te salvarás, o te perderás con él".

Juan: ¿Pesadilla?

Inés: No. A tu lado me tendrás, mas si  obras mal causarás nuestra eterna desventura. Y el plazo que nos dan Don Juan, es sólo esta noche, cuando todos los cadáveres despierten y la epidemia zombi se extienda hacia toda la humanidad, acabando con toda existencia.

Desaparece la estatua de doña Inés entre humo espectral y llamas del averno
   

1 comentario:

  1. David, antes de nada, ¿qué ha pasado con la carta al director, se te ha olvidado? En cuanto al ejercicio que ahora te corrijo, es correcto, aunque un poco al mínimo: dada tu facilidad para expresarte con un lenguaje decimonónico, confieso que esperaba encontrarme algo mucho más elaborado, algo hirientemente hilarante. No obstante, insisto, correcto, con algún pequeño desliz en la puntuación (pones una coma y luego comienzas con una letra mayúscula, como si hubieras escrito un punto seguido, que es, de hecho, lo que tenías que escribir en ese caso). Y también recuerda que no es obligatorio ni necesario poner ya la tilde sobre el adverbio "solo".

    ¡Acuérdate de la carta al director!

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